Esta semana fue oficializada la ordenanza regional que declara de prioridad la preservación, conservación, promoción, difusión y gestión cultural del puente Qeswachaka, ubicado en Qehue, provincia de Canas, Cusco.
El puente Qeswachaka situado a 100 km de la ciudad de Cusco, fue una vez parte de una red de puentes, construidos en la época del Imperio Inca, pero hoy en día es el único de su tipo en el mundo, cuya construcción se realiza en forma permanente y con un ceremonial heredado desde los antiguos incas, hace más de cinco siglos. Su denominación Qeswachaka deriva de las palabras Qeswa que quiere decir soga torcida y Chaka, puente.
El Qeswachaka es un puente colgante construido con ichu (pastos secos) y conecta las dos orillas del río Apurímac en el distrito de Qehue, mide 28 metros de largo y 1.20 metros de ancho, su estructura está hecha de pajas trenzadas.
Su mantenimiento y renovación se realiza cada año mediante un rito ejecutado por más de mil pobladores entre hombres y mujeres pertenecientes a las comunidades de Winchiri, Chaupibanda, Ccollana Quehue y Perqaro.
El ritual de renovación del puente Qeswachaka se realiza mediante la tradición denominada minka, un sistema de origen prehispánico que consiste en la construcción de obras a través de faenas comunales, y en este caso a nivel intercomunal.
La minka se compone de actividades rituales que duran cuatro días, y por lo general se inicia el segundo domingo del mes de junio, como día central.
El primer día de trabajo del puente se inicia al amanecer con un rito al Apu Quinsallallawi a cargo de un Paqo, o sacerdote andino, mientras esto sucede se acopia el Qoya Ichu, que es una variedad de paja de las punas que se arma para luego trenzarlas en forma de soguillas denominadas Qeswas, esta actividad es realizada por las mujeres bajo la supervisión de un "chakaruwak" o especialista. El segundo día se desarma la estructura de ichu del puente viejo, se sacan los clavos de piedra que sostienen el puente y se colocan cuatro nuevas sogas que son la base del puente nuevo.
El tercer día se terminan los pasamanos y la superficie por donde se caminará.
Finalmente, al cuarto día se festeja con danzas y mucha comida típica, dado que el trabajo comunal siempre fue considerado como día de fiesta por los ancestros peruanos.
Según investigaciones realizadas por las especialistas Carmen Arróspide y Roxana Abrill, los puentes de esta naturaleza, realizados íntegramente de ichu y troncos atados a una estructura de piedra que era elaborada parcialmente para sostenerla en el tiempo, renovaban las soguillas cada dos años o un año, asesorados por un ingeniero inca, llamado Mitmaq.
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El uso de estos puentes no perdió vigencia con la llegada de los europeos, dado que los puentes de cal y canto no podían salvar distancias que si abarcan los puentes colgantes, por ejemplo de un cerro a otro, además eran menos vulnerables ante los fenómenos naturales (crecidas de ríos y terremotos).
El puente de Qeswachaka no solo es importante por ser una alta expresión de la tecnología desplegada por la cultura tawantinsuyana, sino porque, su reconstrucción permite poner en práctica una organización social basada en la división del trabajo por género, la cooperación e interrelación de las comunidades por el bien común y el pacto con el mundo espiritual andino
El 5 de agosto de 2009 el ex-Instituto Nacional de Cultura, mediante Resolución Directoral Nacional 1112 / INC, declaró como Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual de Renovación del puente Qeswachaka, así como los conocimentos a su historia y construcción.
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